Iván Camilo Cardona Farias
Politólogo de la
Universidad Nacional de Colombia
Grupo de Investigación de
Presidencialismo y Participación.
FETICHISMO DE LA
MERCANCIA, ESTRUCTURALISMO Y LUCHA DE CLASES
Este escrito tiene la
finalidad de mostrar, en términos sucintos, cómo en el pensamiento de Marx se
puede concebir el desarrollo del sistema capitalista, entendido como un modo de
producción inherentemente crítico, y cómo precisamente desde su contradicción
fundamental, Capital-Trabajo, podemos comprender las dinámicas mediante las cuales,
este modo de producción se mantiene vigente desenmascarando su operacionalidad
en el contexto del mercado y la producción. En ese sentido la idea es mostrar
cómo Marx, desde la interpretación que nos da Estanislao Zuleta, concibe el
fetichismo, define qué es una estructura y da a la lucha de clases un lugar
central para alcanzar la emancipación del hombre ante un sistema que lo
controla para obtener unos fines específicos, como la consolidación de una
dominación de una clase (burguesía) sobre otra (proletariado) a través de una
hegemonía del pensamiento y la estructura política que permite tal relación
dialéctica.
Fuente: https://de.wikipedia.org/wiki/Geschichte_der_Sozialdemokratischen_Partei_der_Schweiz#/media/File:Karikatur_Das_Verh%C3%A4ltnis_Arbeiter_Unternehmer.jpg
En un primer momento
Zuleta nos muestra que las primeras formulaciones (no todas) de Marx sobre las
fuerzas productivas son erradas, y por lo general son las más conocidas, en ese
orden de ideas, Zuleta postula que el que piense que “Las fuerzas productivas
en su desarrollo entran en contradicción con las relaciones sociales de
producción y entonces se produce un periodo revolucionario” (Zuleta, 1978) esta
errado, pues esta postulación de Marx, en palabras de Zuleta, es la que más le
ha costado al autor (Marx) corregir en sus obras, como El Capital; Zuleta nos
quiere mostrar la importancia de la discusión en torno a las fuerzas productivas
y las relaciones sociales de producción, pues para él “tiene una importancia
política inminente y (...) una significación filosófica fundamental” (Zuleta,
1978) de ahí que nos muestre que entiende Marx como fuerzas productivas y qué
entiende como Relaciones Sociales de Producción.
Zuleta nos quiere mostrar
la inminencia política de esta relación mostrándonos el ejemplo del gato:
Fuerzas Productivas y Relaciones Sociales de Producción, el ejemplo del gato se
da en el contexto del Partido Comunista Chino: “(...) no importa si un gato es
blanco o negro, lo que importante es que cace ratones, (...) no importa cuál es
el tipo de técnica que empleamos, lo que importa es que sea eficaz, que sea
productiva, es decir, no importa si es una técnica capitalista o no, no importa
que las relaciones sociales de producción sean de un tipo u otro, lo que
importa son las fuerzas productivas, que sea productivo, que disminuya el
tiempo socialmente necesario para producir algo (...)” (Zuleta, 1978)
Es interesante ver que la perspectiva
china no se oriente precisamente o a un modelo puramente capitalista o
comunista, de hecho se podría hablar de una complementariedad taoísta, por
decirlo de alguna forma, entre factores que en un principio se contradicen,
pero que en últimas deben garantizar una efectividad y una eficiencia que en
términos políticos generan estabilidad, orden y en términos económicos generan
un crecimiento de la productividad, que en suma generan una unidad adaptable a
las circunstancias de la contingencia (el camino del Tao)
Pero cuando Zuleta habla
de la importancia política de la relación RSP y FP en el caso chino, lo que nos
quiere indicar es que no entran en contradicción estos conceptos, sino todo lo
contrario son piezas de un motor más grande que podríamos denominar sociedad, y
que dependiendo de cómo se utilicen, se comprendan y se conceptualicen se puede
mostrar los diferentes sentidos, formas y dinámicas que pueden influenciar en X
sociedad que maneje Y o Z modelo, en el caso chino se da una importancia más
grande a los factores productivos que otros factores como los culturales, para
alcanzar, digámoslo de alguna forma, un modelo alternativo al Ruso o al
Norteamericano.
En palabras de Zuleta
“(...) las fuerzas productivas dependen de las relaciones sociales de
producción. Las fuerzas productivas no son una variable independiente, una
instancia autónoma, más bien son un efecto de las relaciones sociales de
producción (...)” (Zuleta, 1978)
Zuleta nos indica que la
manera en que expone Marx sus ideas y conceptos no es la indicada para hacer
claro el mensaje que desea enviar, pero obliga a los lectores de este a
realizar una lectura retrospectiva que implica una reflexión más calmada sobre
lo que él quiere decir. “Es imposible, -realmente imposible-, leer a Marx en
escalera: yo subí el primer escalón y por lo tanto no tengo nada que ver con el
décimo, porque estoy en el primero, en el tercero, en el cuarto; en realidad
solo el décimo da la clave del primero.” (Zuleta, 1978), para Zuleta el método
usado por Marx, es un método que tiene en cuenta conceptos que deben estar
debidamente sustentados, justificados, conceptos que deben estar desarrollados
en el contexto que se deseen utilizar para no prestarse para malas
interpretaciones y así poder realizar una lectura retrospectiva.
Ahora bien, Zuleta nos
quiere mostrar cuál es la definición que se debe analizar de Fuerzas
Productivas, para ello se va a centrar en definir en primera instancia, qué
entender por Fetichismo. Con respecto al concepto de fetichismo en el
pensamiento de Marx tiene dos facetas: la primera es “que se toma un elemento
de un conjunto o mejor de una estructura y se le asigne al elemento las
características, la eficacia que le confiere el proceso al que pertenece como
si fuera propio. Lo que quiere decir, un elemento cualquiera, el dinero, la
mercancía, pareciera tener por si mismo las posibilidades que en realidad”
(Zuleta, 1978) no posee, sino que es una manera de ver que tiene una cosa, un
concepto que tiene en sí mismo las posibilidades que le confiere una
determinada relación social.
En otras palabras, el
concepto de fetichismo, además de ser bastante abstracto, lo que quiere decir
es que un objeto puede tener un valor determinado en sí mismo, pero, como lo
muestra Zuleta analizando a Marx, es precisamente todo lo contrario, pues las
cosas o los objetos no tiene valor en sí mismo, pues el valor es en sí una
relación social producto del trabajo humano, y pareciera pues que las cosas lo
llevaran.
Esto en un primer momento,
en un segundo momento tenemos un segundo sentido, que el fetichismo “no se
trata solamente de un desenfoque, el problema por ejemplo de la corriente de
Althusser es que se atiene al primer sentido solamente, un desenfoque, pero
para Marx, no se trata solo de un desenfoque, se trata del ocultamiento de una
dominación, de una relación de clase, de una dominación de unos hombres por
otros, adjudicada a las cosas.” (Zuleta, 1978)
Es precisamente el segundo
enfoque el que más importancia tiene en términos contemporáneos, y más vigencia
aun, pues es el fetichismo de la mercancía el que oculta, el que vela de manera
nublosa el verdadero origen del sistema de producción social capitalista, que
se basa en la opresión y la dominación política, económica y cultural de unos
contra otros, casi que se podría utilizar el término Hobbesiano del el hombre
el lobo para el hombre porque en el fondo ese fetichismo oculta la cara menos
atractiva del capitalismo: la competencia, y la deshumanización del hombre, que
se transforma en mercancía, en una mercancía que genera una utilidad muy
apreciada por el capital: la riqueza que genera el trabajo.
Cuando comprendemos que el
fetichismo de la mercancía oculta tras de sí la dominación del hombre por el
hombre, comprendemos que las relaciones sociales de producción, en este caso
capitalistas, determinan a través de la dominación en todas sus facetas, lo que
los factores productivos deben ser y hacer.
Ahora entendemos que las
relaciones sociales de producción son todas aquellas relaciones humanas que
garantizan la reproducción de la especie, por decirlo así; son relaciones
necesarias, para adaptarnos a la vicisitudes que implica la vida en la realidad
fáctica, en la contingencia, como la necesidad de una alimentación, de un techo
y de una recreación, que en ultimas generan una cultura (no precisamente
capitalista), una cultura centrada en unos principios dados; por ejemplo en el
sistema actual tenemos los principios de libre competencia e individualidad,
entre muchos otros claves, que determinan la productividad de esos factores
productivos.
El ejemplo de Mr. Peel es
esclarecedor en este asunto, pues él es la viva imagen de que no importa si
llevamos a Marte, en el hipotético caso de que hubiera vida autóctona e
inteligente, todos los factores productivos clave para generar riqueza en
Inglaterra, pues si en este Australia cósmico, existen otro tipo de relaciones
básicas sociales de producción, o no existen, simplemente no se puede crear
riqueza, no se puede generar las condiciones básicas que existen en Inglaterra
para que estos factores sean entendidos y utilizados como tales.
Para que estos factores
productivos se realicen como tales se debe, por decirlo de alguna forma,
sembrar los cogollos, las semillas básicas que deben germinar en la forma de la
trinidad de la economía política, a saber, Tierra-Renta, Capital-Utilidad y
Trabajo-Salario, eso es el fetichismo generalizado.
Mientras no se aliene la tierra
del campesino o del indígena en la forma propiedad, mientras no se aliene el
trabajo en la forma del contrato, no se puede hablar de factores productivos de
carácter capitalista, tendrán otras características, otras formas, pero
mientras las relaciones sociales de producción no sean de carácter capitalista,
en consecuencia, los factores productivos tendrán el carácter de esas
relaciones. Esto para dejar claro que, desde el enfoque que nos quiere dar
Marx, y que Zuleta nos explica, las RSP y los FP jamás serán procesos
contradictorios, sino todo lo contrario se podrían considerar interdependientes
y por ende esa interdependencia nos lleva ahora al segundo punto del texto, a
saber, que definimos como estructura.
Estructura en un principio
significa interdependencia, el todo es más que la suma de sus partes, la
estructura es lo contrario de la suma, pues si se le quita una parte a la
estructura hay que modificar otra, se transforma en su totalidad, mientras que
a una suma se le puede sustraer o agregar elementos, en palabras de Zuleta la
estructura es “aquello que no se le puede agregar ni quitar, sin cambiar su
sentido y significación, por ejemplo un organismo es una estructura, no es, la
suma de la cabeza, tronco y miembros, no podemos restar ahí nada (...)”
(Zuleta, 1978) no es una suma de elementos y es precisamente eso lo que pensaba
Marx, en una estructura, en una cosa dinámica, viva.
“Ver la sociedad, las
clases, la forma económica, como estructura, quiere decir, que ninguno de sus
elementos puede por sí mismo tener valor (...)” (Zuleta, 1978), el valor por
consiguiente lo da la estructura misma y puede considerarse la sangre de ese
mecanismo vivo, en el proceso productivo, tenemos el dinero, que se convierte
en medios de producción y fuerza laboral, estos dos elementos hacen posible un
proceso productivo: de carros, zapatos, etc., mercancías en general, que en el
marco del mercado se transforman nuevamente en dinero y así sucesivamente
cerrando un ciclo que si en algún punto llegase a detenerse, simplemente se
perdería el valor, “(...)el valor existe en la medida en que circula” (Zuleta,
1978).
Y es precisamente en la
lógica de la circulación de las mercancías, del proceso productivo, de la
inversión en los factores productivos en donde las luchas de clases, que desde
el fetichismo de la mercancía se intentan ocultar, tienen el caldo de cultivo
para emancipar el trabajo de las dinámicas del modelo de producción, un modelo
de producción en donde la mercancía, el fetichismo de la mercancía, limita la
capacidad del trabajador asalariado de liberarse de esas dinámicas de
explotación y alienación, de las cadenas del proceso productivo, donde por una
parte se le aliena al trabajador esa creatividad necesaria para crear cualquier
objeto con valor de uso, se le quita la capacidad de pensar la producción,
simplemente para hacer parte nada más de un mecanismo más profundo que busca
oscurecerse, ocultarse, velarse del entendimiento del trabajador, y todo para
ocultar las dinámicas que hacen posible que venda su fuerza creativa, el
trabajo.
Solo en el campo de la
lucha política, a través de la organización de las clases sociales, a través
del auto reconocimiento como parte de un mecanismo más complejo pero
dependiente, el de la producción de mercancías, será posible generar procesos
sociales que determinen un cambio radical en la manera en que podemos, o no,
gobernarnos; la lucha por la hegemonía del control del aparato estatal es la
que ha generado las dinámicas que tenemos hoy en día, que han transformado la cotidianidad
de una sociedad abandonada a su devenir, despojada de toda contextualización
histórica, se podrá conseguir los cambio revolucionarios en términos sociales.
Esos cambios
revolucionarios en pocas palabras son la socialización de los medios de producción,
una utopía, en donde los grupos y clases subalternas tienen que jugarse el todo
por el todo para realizar cambios que afecten a todos de manera positiva,
dejando de lado la desposesión, generando pertenencia al territorio, no en
términos feudales, sino en términos culturales de identidad a una comunidad que
deja de lado la mercantilización del ser humano, para lograr una humanización
del ser humano; para lograrlo es necesario tener en cuenta que la historia no
es un proceso lineal que se da gracias al poder del espíritu, sino por el
contrario, la historia es producto de los movimientos sociales, que son los que
transforman la realidad, tengan o no una ideología definida, la historia la
podemos transformar si comprendemos las dinámicas que hacen posible que se
mantengan las cosas tal como están.
Generar, por decirlo de
alguna forma, intelectuales orgánicos que guíen la toma del aparato estatal por
parte del proletariado, para alcanzar la dictadura del proletariado, en mi
opinión democracia más radical no puede haber, es el reto que tenemos hoy en
día para poder transformar las realidades fácticas, es necesario generar unidad
en la lucha, es necesario que esos intelectuales orgánicos deconstruyan esas
relaciones sociales de producción, esas relaciones de poder, para que la
generalidad las pueda comprender, las pueda masticar y aprehender, todo en pos
de la emancipación del espíritu humano en pos de metas más altruistas, menos
egoístas.
Bibliografía
Zuleta, E. (1978). Relación
entre las Fuerzas Productivas y las Relaciones Sociales de Producción. Bogotá
D.C.: Círculo de Crítica Jurídica Antonio Gramsci.
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