30 agosto 2018

RELACION ENTRE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y LAS RELACIONES SOCIALES DE PRODUCCIÓN


Iván Camilo Cardona Farias
Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia
Grupo de Investigación de Presidencialismo y Participación.

FETICHISMO DE LA MERCANCIA, ESTRUCTURALISMO Y LUCHA DE CLASES


Este escrito tiene la finalidad de mostrar, en términos sucintos, cómo en el pensamiento de Marx se puede concebir el desarrollo del sistema capitalista, entendido como un modo de producción inherentemente crítico, y cómo precisamente desde su contradicción fundamental, Capital-Trabajo, podemos comprender las dinámicas mediante las cuales, este modo de producción se mantiene vigente desenmascarando su operacionalidad en el contexto del mercado y la producción. En ese sentido la idea es mostrar cómo Marx, desde la interpretación que nos da Estanislao Zuleta, concibe el fetichismo, define qué es una estructura y da a la lucha de clases un lugar central para alcanzar la emancipación del hombre ante un sistema que lo controla para obtener unos fines específicos, como la consolidación de una dominación de una clase (burguesía) sobre otra (proletariado) a través de una hegemonía del pensamiento y la estructura política que permite tal relación dialéctica.





Fuente: https://de.wikipedia.org/wiki/Geschichte_der_Sozialdemokratischen_Partei_der_Schweiz#/media/File:Karikatur_Das_Verh%C3%A4ltnis_Arbeiter_Unternehmer.jpg

En un primer momento Zuleta nos muestra que las primeras formulaciones (no todas) de Marx sobre las fuerzas productivas son erradas, y por lo general son las más conocidas, en ese orden de ideas, Zuleta postula que el que piense que “Las fuerzas productivas en su desarrollo entran en contradicción con las relaciones sociales de producción y entonces se produce un periodo revolucionario” (Zuleta, 1978) esta errado, pues esta postulación de Marx, en palabras de Zuleta, es la que más le ha costado al autor (Marx) corregir en sus obras, como El Capital; Zuleta nos quiere mostrar la importancia de la discusión en torno a las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, pues para él “tiene una importancia política inminente y (...) una significación filosófica fundamental” (Zuleta, 1978) de ahí que nos muestre que entiende Marx como fuerzas productivas y qué entiende como Relaciones Sociales de Producción.


Zuleta nos quiere mostrar la inminencia política de esta relación mostrándonos el ejemplo del gato: Fuerzas Productivas y Relaciones Sociales de Producción, el ejemplo del gato se da en el contexto del Partido Comunista Chino: “(...) no importa si un gato es blanco o negro, lo que importante es que cace ratones, (...) no importa cuál es el tipo de técnica que empleamos, lo que importa es que sea eficaz, que sea productiva, es decir, no importa si es una técnica capitalista o no, no importa que las relaciones sociales de producción sean de un tipo u otro, lo que importa son las fuerzas productivas, que sea productivo, que disminuya el tiempo socialmente necesario para producir algo (...)” (Zuleta, 1978)


Es interesante ver que la perspectiva china no se oriente precisamente o a un modelo puramente capitalista o comunista, de hecho se podría hablar de una complementariedad taoísta, por decirlo de alguna forma, entre factores que en un principio se contradicen, pero que en últimas deben garantizar una efectividad y una eficiencia que en términos políticos generan estabilidad, orden y en términos económicos generan un crecimiento de la productividad, que en suma generan una unidad adaptable a las circunstancias de la contingencia (el camino del Tao)


Pero cuando Zuleta habla de la importancia política de la relación RSP y FP en el caso chino, lo que nos quiere indicar es que no entran en contradicción estos conceptos, sino todo lo contrario son piezas de un motor más grande que podríamos denominar sociedad, y que dependiendo de cómo se utilicen, se comprendan y se conceptualicen se puede mostrar los diferentes sentidos, formas y dinámicas que pueden influenciar en X sociedad que maneje Y o Z modelo, en el caso chino se da una importancia más grande a los factores productivos que otros factores como los culturales, para alcanzar, digámoslo de alguna forma, un modelo alternativo al Ruso o al Norteamericano.


En palabras de Zuleta “(...) las fuerzas productivas dependen de las relaciones sociales de producción. Las fuerzas productivas no son una variable independiente, una instancia autónoma, más bien son un efecto de las relaciones sociales de producción (...)” (Zuleta, 1978)

Zuleta nos indica que la manera en que expone Marx sus ideas y conceptos no es la indicada para hacer claro el mensaje que desea enviar, pero obliga a los lectores de este a realizar una lectura retrospectiva que implica una reflexión más calmada sobre lo que él quiere decir. “Es imposible, -realmente imposible-, leer a Marx en escalera: yo subí el primer escalón y por lo tanto no tengo nada que ver con el décimo, porque estoy en el primero, en el tercero, en el cuarto; en realidad solo el décimo da la clave del primero.” (Zuleta, 1978), para Zuleta el método usado por Marx, es un método que tiene en cuenta conceptos que deben estar debidamente sustentados, justificados, conceptos que deben estar desarrollados en el contexto que se deseen utilizar para no prestarse para malas interpretaciones y así poder realizar una lectura retrospectiva.


Ahora bien, Zuleta nos quiere mostrar cuál es la definición que se debe analizar de Fuerzas Productivas, para ello se va a centrar en definir en primera instancia, qué entender por Fetichismo. Con respecto al concepto de fetichismo en el pensamiento de Marx tiene dos facetas: la primera es “que se toma un elemento de un conjunto o mejor de una estructura y se le asigne al elemento las características, la eficacia que le confiere el proceso al que pertenece como si fuera propio. Lo que quiere decir, un elemento cualquiera, el dinero, la mercancía, pareciera tener por si mismo las posibilidades que en realidad” (Zuleta, 1978) no posee, sino que es una manera de ver que tiene una cosa, un concepto que tiene en sí mismo las posibilidades que le confiere una determinada relación social.

En otras palabras, el concepto de fetichismo, además de ser bastante abstracto, lo que quiere decir es que un objeto puede tener un valor determinado en sí mismo, pero, como lo muestra Zuleta analizando a Marx, es precisamente todo lo contrario, pues las cosas o los objetos no tiene valor en sí mismo, pues el valor es en sí una relación social producto del trabajo humano, y pareciera pues que las cosas lo llevaran.


Esto en un primer momento, en un segundo momento tenemos un segundo sentido, que el fetichismo “no se trata solamente de un desenfoque, el problema por ejemplo de la corriente de Althusser es que se atiene al primer sentido solamente, un desenfoque, pero para Marx, no se trata solo de un desenfoque, se trata del ocultamiento de una dominación, de una relación de clase, de una dominación de unos hombres por otros, adjudicada a las cosas.” (Zuleta, 1978)


Es precisamente el segundo enfoque el que más importancia tiene en términos contemporáneos, y más vigencia aun, pues es el fetichismo de la mercancía el que oculta, el que vela de manera nublosa el verdadero origen del sistema de producción social capitalista, que se basa en la opresión y la dominación política, económica y cultural de unos contra otros, casi que se podría utilizar el término Hobbesiano del el hombre el lobo para el hombre porque en el fondo ese fetichismo oculta la cara menos atractiva del capitalismo: la competencia, y la deshumanización del hombre, que se transforma en mercancía, en una mercancía que genera una utilidad muy apreciada por el capital: la riqueza que genera el trabajo.


Cuando comprendemos que el fetichismo de la mercancía oculta tras de sí la dominación del hombre por el hombre, comprendemos que las relaciones sociales de producción, en este caso capitalistas, determinan a través de la dominación en todas sus facetas, lo que los factores productivos deben ser y hacer.


Ahora entendemos que las relaciones sociales de producción son todas aquellas relaciones humanas que garantizan la reproducción de la especie, por decirlo así; son relaciones necesarias, para adaptarnos a la vicisitudes que implica la vida en la realidad fáctica, en la contingencia, como la necesidad de una alimentación, de un techo y de una recreación, que en ultimas generan una cultura (no precisamente capitalista), una cultura centrada en unos principios dados; por ejemplo en el sistema actual tenemos los principios de libre competencia e individualidad, entre muchos otros claves, que determinan la productividad de esos factores productivos.


El ejemplo de Mr. Peel es esclarecedor en este asunto, pues él es la viva imagen de que no importa si llevamos a Marte, en el hipotético caso de que hubiera vida autóctona e inteligente, todos los factores productivos clave para generar riqueza en Inglaterra, pues si en este Australia cósmico, existen otro tipo de relaciones básicas sociales de producción, o no existen, simplemente no se puede crear riqueza, no se puede generar las condiciones básicas que existen en Inglaterra para que estos factores sean entendidos y utilizados como tales.


Para que estos factores productivos se realicen como tales se debe, por decirlo de alguna forma, sembrar los cogollos, las semillas básicas que deben germinar en la forma de la trinidad de la economía política, a saber, Tierra-Renta, Capital-Utilidad y Trabajo-Salario, eso es el fetichismo generalizado.


Mientras no se aliene la tierra del campesino o del indígena en la forma propiedad, mientras no se aliene el trabajo en la forma del contrato, no se puede hablar de factores productivos de carácter capitalista, tendrán otras características, otras formas, pero mientras las relaciones sociales de producción no sean de carácter capitalista, en consecuencia, los factores productivos tendrán el carácter de esas relaciones. Esto para dejar claro que, desde el enfoque que nos quiere dar Marx, y que Zuleta nos explica, las RSP y los FP jamás serán procesos contradictorios, sino todo lo contrario se podrían considerar interdependientes y por ende esa interdependencia nos lleva ahora al segundo punto del texto, a saber, que definimos como estructura.


Estructura en un principio significa interdependencia, el todo es más que la suma de sus partes, la estructura es lo contrario de la suma, pues si se le quita una parte a la estructura hay que modificar otra, se transforma en su totalidad, mientras que a una suma se le puede sustraer o agregar elementos, en palabras de Zuleta la estructura es “aquello que no se le puede agregar ni quitar, sin cambiar su sentido y significación, por ejemplo un organismo es una estructura, no es, la suma de la cabeza, tronco y miembros, no podemos restar ahí nada (...)” (Zuleta, 1978) no es una suma de elementos y es precisamente eso lo que pensaba Marx, en una estructura, en una cosa dinámica, viva.


“Ver la sociedad, las clases, la forma económica, como estructura, quiere decir, que ninguno de sus elementos puede por sí mismo tener valor (...)” (Zuleta, 1978), el valor por consiguiente lo da la estructura misma y puede considerarse la sangre de ese mecanismo vivo, en el proceso productivo, tenemos el dinero, que se convierte en medios de producción y fuerza laboral, estos dos elementos hacen posible un proceso productivo: de carros, zapatos, etc., mercancías en general, que en el marco del mercado se transforman nuevamente en dinero y así sucesivamente cerrando un ciclo que si en algún punto llegase a detenerse, simplemente se perdería el valor, “(...)el valor existe en la medida en que circula” (Zuleta, 1978).


Y es precisamente en la lógica de la circulación de las mercancías, del proceso productivo, de la inversión en los factores productivos en donde las luchas de clases, que desde el fetichismo de la mercancía se intentan ocultar, tienen el caldo de cultivo para emancipar el trabajo de las dinámicas del modelo de producción, un modelo de producción en donde la mercancía, el fetichismo de la mercancía, limita la capacidad del trabajador asalariado de liberarse de esas dinámicas de explotación y alienación, de las cadenas del proceso productivo, donde por una parte se le aliena al trabajador esa creatividad necesaria para crear cualquier objeto con valor de uso, se le quita la capacidad de pensar la producción, simplemente para hacer parte nada más de un mecanismo más profundo que busca oscurecerse, ocultarse, velarse del entendimiento del trabajador, y todo para ocultar las dinámicas que hacen posible que venda su fuerza creativa, el trabajo.


Solo en el campo de la lucha política, a través de la organización de las clases sociales, a través del auto reconocimiento como parte de un mecanismo más complejo pero dependiente, el de la producción de mercancías, será posible generar procesos sociales que determinen un cambio radical en la manera en que podemos, o no, gobernarnos; la lucha por la hegemonía del control del aparato estatal es la que ha generado las dinámicas que tenemos hoy en día, que han transformado la cotidianidad de una sociedad abandonada a su devenir, despojada de toda contextualización histórica, se podrá conseguir los cambio revolucionarios en términos sociales.


Esos cambios revolucionarios en pocas palabras son la socialización de los medios de producción, una utopía, en donde los grupos y clases subalternas tienen que jugarse el todo por el todo para realizar cambios que afecten a todos de manera positiva, dejando de lado la desposesión, generando pertenencia al territorio, no en términos feudales, sino en términos culturales de identidad a una comunidad que deja de lado la mercantilización del ser humano, para lograr una humanización del ser humano; para lograrlo es necesario tener en cuenta que la historia no es un proceso lineal que se da gracias al poder del espíritu, sino por el contrario, la historia es producto de los movimientos sociales, que son los que transforman la realidad, tengan o no una ideología definida, la historia la podemos transformar si comprendemos las dinámicas que hacen posible que se mantengan las cosas tal como están.


Generar, por decirlo de alguna forma, intelectuales orgánicos que guíen la toma del aparato estatal por parte del proletariado, para alcanzar la dictadura del proletariado, en mi opinión democracia más radical no puede haber, es el reto que tenemos hoy en día para poder transformar las realidades fácticas, es necesario generar unidad en la lucha, es necesario que esos intelectuales orgánicos deconstruyan esas relaciones sociales de producción, esas relaciones de poder, para que la generalidad las pueda comprender, las pueda masticar y aprehender, todo en pos de la emancipación del espíritu humano en pos de metas más altruistas, menos egoístas.



Bibliografía


Zuleta, E. (1978). Relación entre las Fuerzas Productivas y las Relaciones Sociales de Producción. Bogotá D.C.: Círculo de Crítica Jurídica Antonio Gramsci.




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