30 agosto 2018

ENFOQUE POPULAR PRECARIEDAD LABORAL, MUTACIÓN CONSTANTE

Por Cristo Vergel, líder sindical de SINTRAINAGRO – Seccional Minas
San Alberto – Cesar, 15 de junio de 2017


En el primer trimestre de 1961 se sembraron las primeras plántulas de palma africana en el sur del Cesar. Fue en las poblaciones de San Alberto y Minas donde se instalaron las nacientes empresas Indupalma S.A. y Palmas Oleaginosas Hipinto S.A. respectivamente, llegando así los primeros cultivos de la aún incipiente industria de la palma de aceite, porque en esta parte del país apenas empezaba a formarse como industria.


                   Fuente: Cristo Vergel

El inicio de esta industria sugería un cambio sustancial en la economía local, cargada de desarrollo y progreso para la región y sus habitantes. Cosa difícil esta última, pues la forma de relacionamiento laboral que se implementó terminaría por beneficiar sólo a los contratistas, y por prácticamente esclavizar a la mayoría de trabajadores que proveían la mano de obra, y digo esclavizar porque estos trabajadores su salario les alcanzaba escasamente para mal comer y malvivir, no tenían dotación, elementos de protección personal, seguridad social, casino y trabajaban de sol a sol sin ninguna esperanza de progreso, siempre bajo la dura ley que la empresa imponía.

Cuando hablo de relacionamiento laboral me refiero a la forma o modelo de contratación, para los inicios de esta industria, el modelo fue la figura de contratistas, un modelo que desconocía cualquier vínculo laboral con estas empresas y por ende cualquier tipo de responsabilidad contractual. La figura funcionaba de la siguiente manera, las empresas identificaban los trabajadores con cualidades de liderazgo, y les encargaban la tarea de conseguir trabajadores, y de ahí en adelante todas las órdenes e instrucciones se harían a través de ellos, pero ni ellos mismos eran trabajadores directos de la empresa.  Su posición de contratistas les permitía obtener más ganancias a costo de los demás trabajadores, a quienes pagaban muy poco o en ocasiones incumplían los pagos acordados.

La cosa les salió muy bien y funcionaba de maravilla, claro, para los empresarios y los contratistas, pero para los trabajadores la cosa era otro cuento, trabajar por muy poca paga o en ocasiones sin ella, a medio comer, sin dotaciones, ustedes no lo van a creer, pero había trabajadores que laboraban descalzos y sin camisa, sin ningún tipo de seguridad social, sin ningún tipo de esperanza de cambio, la situación era dura, dura de verdad.

Y si la situación de estos hombres les parece dura, déjenme decirles que para las mujeres la cosa era peor, y en doble medida, pues su trabajo valía la mitad y las humillaban el doble por el sólo hecho de ser mujeres, y de los niños ni qué decir la cosa era más dura todavía, y ustedes dirán, pero ¿Cómo? ¿Niños? Pues sí, los niños trabajaban también en las plantaciones desde la edad de 10 años, yo mismo trabajé en ellas desde los 12 años, es algo de no creer, pero es verdad, una cruda verdad que nunca ha debido ser, pero fue y constituye uno de los atentados y violaciones más graves a los derechos de los niños, pues el trabajo nos robó la infancia.

Pero las cosas terminan por llegar a un punto donde ya no pueden empeorar más, y es allí donde el espíritu humano nos llena de fuerza y de coraje y saca a flote nuestra dignidad y nos empuja a luchar por libertarnos de las cadenas de la opresión

Entonces, en el año 1977 luego de ya varios intentos fallidos los 1500 trabajadores explotados en Indupalma logran organizase en un sindicato que se llamó Asintraindupalma, y por medio de una huelga que se prolongó por 32 días derrocan por completo el abominable sistema de contratistas y consiguen la que sería una de las mejores convenciones colectivas de la historia, el reconocimiento del sindicato, los contratos directos y a término indefinido de la totalidad de sus trabajadores, el reconocimiento de la totalidad de los derechos laborales y un gran número de beneficios extralegales. 

En medio del desarrollo de la huelga el grupo insurgente M-19 secuestró el gerente de la empresa Indupalma y pedía como condición para liberarlo solucionar el conflicto colectivo, condición que se cumplió y el pliego de peticiones fue negociado. Es necesario aclarar que este grupo insurgente realizó esta acción política de manera autónoma sin injerencia de los trabajadores, sin embargo, la empresa realizo las acciones jurídicas necesarias para vincular a los trabajadores con el secuestro. Este hecho solucionó la huelga, pero generó grandes líos jurídicos para el sindicato, afortunadamente las autoridades lograron establecer que el sindicato no tuvo nada que ver con el secuestro.

Bueno en Indupalma se logró, pero ¿qué pasó en Hipinlandia? Pues nada, a nosotros todavía no nos tocaba, tuvimos que soportar ocho años más, y en 1985 logramos replicar la victoria lograda en Indupalma y aprovechando el auge del sindicalismo desterramos también el fenómeno de los contratistas. Pero esta victoria no fue nada fácil, fue necesario una huelga de 62 días y diferentes acciones políticas como marchas, caminatas, protestas públicas y la más importante, la toma pacífica del consulado Español con sede en Bucaramanga de donde fuimos desalojados violentamente por la policía y trasladados a la cárcel Modelo.

Gracias al escándalo que generó esta acción se logró visibilizar el conflicto y la empresa se vio obligada a sentarse a negociar. Como estábamos en la cárcel se hicieron los arreglos para instalar la mesa de negociaciones en el centro carcelario, pero gracias a que el vicecónsul no presentó cargos fuimos liberados antes de iniciar las negociaciones. Aún hoy me da gracia la idea que significaría firmar una convención colectiva en la cárcel.

Pero este triunfo no duró mucho, a inicios de los años noventa, el sindicalismo fue duramente golpeado por el creciente fenómeno del paramilitarismo quien perseguía cualquier viso revolucionario en las comunidades, y el sindicalismo que siempre fue asociado con las guerrillas era un blanco ideal. Así sufrimos una de las más duras campañas de exterminio, situación que terminó por limitar la acción sindical al punto que las convenciones colectivas solo giraban en torno a un escaso aumento salarial.


El ya muy complicado orden público disminuyó la capacidad de lucha de los sindicatos y trabajadores, esto fue aprovechado por las empresas, quienes apoyándose en la Ley 79 de 1988   decidieron dar el paso hacia la búsqueda de la erradicación del sindicalismo en la región. Así las cosas, Indupalma en 1996  da un vuelco al sistema de contratación vigente, y cambia en su totalidad los contratos del personal que laboraba en el campo e impone con fuerza y vigor el sistema cooperativo dando término aproximadamente a dos mil empleos directos para convertirlos supuestamente en empresarios o asociados.

Y como ya era de esperarse este modelo implementado por Indupalma también llegaría a Hipinlandia que para la fecha ya había cambiado su razón social por Palmas del Cesar y en 1997 con la necesidad de contratar personal para reemplazar el que había salido por medio de un plan de retiro voluntario, aprovechando el debilitamiento del sindicato ocasionado por la disminución de los afiliados y la presión política generada por el orden público, deciden organizar e implementar las E.A.T (Empresas Asociativas de Trabajo) argumentando que no era posible contratar directamente porque les salía muy costoso. Así comenzó a implantarse nuevamente, pero con otro nombre, el sistema de intermediación laboral ilegal en la empresa.


A diferencia de lo ocurrido en Indupalma aquí fue de manera más escalonada. Iniciaron con cinco (5) E.A.T. cada uno con un máximo de 10 trabajadores y sólo en actividades específicas de la palma como la labor de mantenimiento. La organización sindical Sintrainagro ante este hecho manifiesta a la empresa su rechazo total a esta modalidad de contratación, de inmediato la empresa pone en marcha el plan de poner en contra del sindicato a los trabajadores que hacían parte de estas E.A.T. diciéndoles que el sindicato no los quería dejar trabajar, a estos trabajadores. Para esto la empresa inició pagándoles muy bien por su trabajo. 

Esto ocasionó un choque de intereses pues la empresa los convenció de que esa era la única forma de tener un trabajo con la compañía y de que ellos pasaban de ser trabajadores a ser empresarios, táctica que replicaba la ya utilizada por Rubén Darío Lizarralde en Indupalma, todo esto con el fin de afianzar e instalar definitivamente este modelo de contratación, los trabajadores inmersos en esta modalidad de contratación pasaron de cincuenta a casi trescientos en un lapso de diez años.

El sistema de intermediación laboral ilegal utilizado por las empresas palmeras de la región con el tiempo ha ido mutando según convenga para sacarle el quite a la ley, pasando por:  el sistema de contratistas a E.A.T. (Empresas Asociativas de trabajo), luego a C.T.A. (Cooperativas de Trabajo Asociado), ahora S.A.S. (Sociedades Anónimas Simplificadas) Outsourcings, OPS, y el Contrato Sindical, todas estas son formas de precarizar el empleo, evadir las responsabilidades laborales y eliminar las organizaciones sindicales.

El modelo de intermediación laboral ilegal se extendería en Palmas del Cesar hasta el año 2015 cuando por medio de la lucha los trabajadores y una huelga de 87 días logramos eliminar la intermediación ilegal. En cambio, en Indupalma no ha sido posible pues la empresa aprovechando su poderío económico se aferra a la sostenibilidad del modelo, donde mantiene intermediados a 1800 trabajadores, pasando por encima de la ley, de los derechos humanos y de la dignidad de los trabajadores, violando los principios éticos y los convenios internacionales del trabajo.

La intermediación laboral ilegal transgrede todo tipo de derechos y normas, degrada la economía, desnaturaliza el trabajo, impide el desarrollo de las naciones, elimina las libertades, maltrata la dignidad de los trabajadores y las comunidades, impide el desarrollo humano, impide la educación y la cultura, suprime la alegría; es una guerra silenciosa que cobra vidas porque en esencia es eso, nos impide vivir y disfrutar la vida, además frena el desarrollo económico del país.



             Fuente: Cristo Vergel


Por todas las razones antes dichas, la intermediación laboral ilegal merece la más dura campaña para lograr su erradicación, pero es necesario el concurso del gobierno, de los trabajadores, de los empresarios, de las autoridades, de los defensores de derechos humanos, de los estudiantes que se están formando actualmente para engrosar las filas del trabajo, de todos absolutamente todos, porque sólo cuando el trabajo pueda realizarse con todas las garantías y libertades, solo allí será posible el verdadero desarrollo de las personas y el mejoramiento de sus condiciones de vida.  Sólo cuando todos logremos comprender lo dañino que es este modelo podremos lograr un cambio sustancial, por todo esto es imperativo cerrar filas en la lucha contra este flagelo, para como dije antes, poder vivir, vivir con dignidad y libertad y lograr desarrollarnos económica y socialmente.


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